sábado, 14 de junio de 2008

Edificios: Catedral de Brentwood

Quinlan Terry: Catedral de Brentwood (1989-1991)


 Vista general

Cuando 1970 la parroquia de Brentwood se convierte en Obispado fue necesaria la ampliación de la pequeña iglesia neogótica de finales del siglo XIX que hasta el momento servía a la comunidad. El proyecto inicial era un cubo brutalista que se adosaba al pequeño cuerpo neogótico casi impidiéndole existir (por mucho que he buscado no he encontrado fotografías de la antigua catedral), y que no fue bien aceptado por la comunidad, la cual a finales de los 80 encarga al Sr. Terry la construcción de una nueva Catedral que sustituya (elimine) la ampliación brutalista (de hormigón en bruto, visto, corriente muy extendida en los 60 y 70).

Planta
Fuente: Quinlan Terry
Vista del presbiterio hacia el altar

El edificio es de planta cuadrada centralizada, con un amplio presbiterio a modo de nave central rodeado por un pórtico que recuerda al del Hospital de los Inocentes de Florencia, de Brunelleschi.

Fachada del Hospital de los Inocentes

Alrededor del presbiterio, y a menor altura, se articulan otros cuatro brazos, uno de los cuales está integrado completamente por la antigua Iglesia neogótica, convertida en capilla del sagrario. El exterior, a pesar de influenciarse enormemente en el renacimiento y barroco italianos, posee el mismo espíritu británico que la catedral de San Pablo de Londres o la Iglesia de St. Mary-Le-Strands.

Fachada principal. Alzado Norte


Alzado Este
Fuente: Quinlan Terry
Vista general de la fachada lateral con la anterior parroquia neogótica. 
Fuente: Quinlan Terry

Esta catedral es otro de tantos ejemplos como la crisis del Movimiento Moderno propició, sobre todo en Iglaterra, un retorno a las tradición clásica como reacción a los inconvenientes de la Modernidad. Fue la propia comunidad la que solicitó la demolición de la catedral brutalista y sustituirla por una clásica.

Detalle de la fachada principal

Inglaterra había sido un país seriamente dañado por los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial, destruyéndose gran parte de las ciudades más importantes y con ellas un extenso patrimonio arquitectónico que en muchos casos fue reconstruido tal cual estaba antes de la guerra, pero en muchos otros las ruinas, bien se consolidaron y conservaron, bien fueron demolidas para dar paso a nuevos conjuntos arquitectónicos adeptos a una modernidad que en muchos casos entraba hiriendo el espíritu británico (que tenía por icono de la resistencia contra los nazis a la catedral de San Pablo de Londres, que no fue destruida por los bombardeos, y veía la introducción del movimiento moderno como propaganda yanki).

A diferencia de otros paises, como Italia, Alemania, España o la antigua URSS, el clasicismo inglés más reciente se viene asociando a los progresos del liberalismo, la burguesía y la democracia, así como a los logros políticos, económicos y culturales del Imperio Británico y la Commonwealth. Los primeros, al sufrir dictaduras totalitarias que buscaron el clasicismo como forma de ostentación del poder, buscaron en la reconstrucción de sus paises las nuevas formas de la modernidad como institucionalización de las ilusiones de mundo nuevo con la que surgieron las vanguardias. Por tanto, es algo normal encontrar en el ámbito anglosajón un amplio espectro social (empezando por el príncipe Carlos, miembro de varias fundaciones y sociedades divulgadoras de este clasicismo contemporáneo) que cree sinceramente en las ventajas de esta arquitectura como respuesta a las necesidades sociales de hoy dia. Obviamente esta respuesta viene de la mano de la recuperación de una tradición y un ideal de vida perdidos; guarda ciertos vínculos con el movimiento bioclimático, pero a diferencia de este, suele preferir las soluciones sostenibles tradicionales, antes que las vinculadas a las nuevas formas arquitectónicas.

viernes, 13 de junio de 2008

Arquitectos: Quinlan Terry

Quinlan Terry (Hampstead, 1937) es uno de los principales representantes del clasicismo contemporáneo. Empezó su carrera como pupilo, y después socio, de Raymond Erith (1904-1973); este último se sitúa a caballo entre la tradición clásica británica y el nuevo clasicismo surgido como reacción al movimiento Moderno.

Quinlan Terry tiene una profunda convicción en los beneficios del clasicismo frente al Movimiento Moderno y sus variantes más contemporáneas. Su trabajo se desarrolla principalmente dentro de las pautas del palladianismo británico del siglo XVIII.

El éxito de su arquitectura se debe a la rigurosidad en la aplicación de las formas clásicas, que lo convierte en un clásico genuino más que en un neoclásico; a esto hay que añadir la predilección hacia el clasicismo que tiene la sociedad inglesa, al considerarlo exponente de la gloria cultural del imperio británico. Además, el príncipe Carlos es un gran aficionado a la Arquitectura y un gran defensor del clasicismo.